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Con Maduro no hay Paz
🕊️ La paz tiene nombre de mujer venezolana
🕊️ La paz tiene nombre de mujer venezolana
El Premio Nobel de la Paz 2025 ha fortalecido en Venezuela algo que durante años estuvo a oscuras: el derecho a la esperanza. Al reconocer a María Corina Machado, la comunidad internacional honra no solo la valentía de una mujer, sino la dignidad de un pueblo entero que ha resistido sin descanso la opresión de un poder que quiso borrar su voz.
En el espíritu del testamento de Alfred Nobel, este galardón distingue a quien “durante el año precedente haya conferido el mayor beneficio a la humanidad”. María Corina lo hizo cuando, pese a haber sido inhabilitada, escogió el camino de la unidad y de la civilidad, respaldando a Edmundo González y evitando que el país se precipitara en la violencia. Ese gesto, sereno y firme, dio ejemplo de lo que significa servir a la causa democrática sin buscar poder personal. María Corina ha tenido siempre muy claro que mientras Maduro usurpe el poder no habrá paz en Venezuela. La salida de esa dictadura es el camino hacia la paz.
Este Nobel no se encierra en la biografía de una sola persona. Es el reflejo de la lucha colectiva del pueblo venezolano, que ha sabido resistir con decencia la humillación, la pobreza, el exilio y el miedo. Es un homenaje a los maestros que siguen enseñando sin salario, a los médicos que curan sin recursos, a las madres que se aferran a la vida en medio de la escasez, a los jóvenes que marchan sabiendo el riesgo que corren al gritar libertad.
El premio también interpela a quienes guardaron silencio frente a la catástrofe venezolana. Durante años, buena parte del mundo progresista prefirió mirar hacia otro lado mientras un proyecto político destruía la institucionalidad y la convivencia en nombre de la justicia social. Hoy, la decisión del Comité Nobel devuelve claridad moral: la paz solo puede sostenerse sobre la verdad, y la justicia no puede florecer donde se persigue al disidente.
María Corina ha encarnado esa verdad durante más de dos décadas. Fue perseguida por denunciar los abusos de Hugo Chávez cuando muchos aún lo aplaudían; fue acusada de traición por defender un referéndum; fue inhabilitada por ganar unas primarias; y hoy, desde la clandestinidad, continúa liderando con una convicción que solo nace del amor a la libertad. Su voz, tantas veces silenciada, vuelve a escucharse en el mundo como la de una nación que se niega a morir.
Este reconocimiento no cambia de inmediato la vida de los venezolanos. No libera a los presos políticos ni abre las fronteras del retorno a los exiliados. Pero sí transforma algo esencial: la percepción global de lo que ocurre en Venezuela. Lo que hasta ayer se describía como un conflicto interno, hoy se entiende como una causa universal de derechos humanos y defensa de la democracia.
Los Premios Nobel de la Paz no son varitas mágicas, pero funcionan como bastones morales. Amplifican voces, abren puertas y obligan a mirar donde antes había indiferencia. Este premio multiplica la visibilidad de la causa venezolana, refuerza la legitimidad de su liderazgo democrático y compromete a los gobiernos libres del mundo con una verdad que ya no se puede negar.
Cada venezolano debería sentirse parte de este reconocimiento. Detrás de esa medalla está el sacrificio de quienes han resistido en silencio. Lo que hoy se celebra es la perseverancia de una sociedad que, aun golpeada, no ha perdido la fe en sí misma.
Ahora que el nombre de Venezuela vuelve a pronunciarse con respeto en los foros internacionales, debemos estar a la altura de esa mirada. La tarea que se abre no es solo alcanzar un cambio político, sino reconstruir la cultura democrática: reconciliar al país, recuperar las instituciones, devolver sentido a la palabra justicia y afirmar la dignidad como fundamento de la vida pública.
La paz no se decreta. Se conquista con perseverancia, con verdad y con fe. María Corina Machado nos ha recordado que la firmeza puede ser también una forma de ternura, que la política es un servicio y que el liderazgo verdadero se mide por la coherencia.
Por eso este Nobel pertenece a todos. Porque confirma que la causa venezolana no está sola. Porque reconoce la fuerza de quienes no han cedido al miedo.
Y porque marca el comienzo de una nueva etapa: la de transformar este respaldo moral en una fuerza organizada, decidida y coherente, capaz de reconstruir la República y devolverle a Venezuela su destino de libertad.
📜 Documento histórico
“Este premio es tuyo”

Carta de María Corina Machado tras recibir el Premio Nobel de la Paz
🤝 Una historia de coherencia y coraje
Sobre mi larga relación con María Corina Machado
Mi relación con María Corina Machado se remonta a los años noventa. La conocí cuando dirigía la Fundación Atenea, una institución dedicada a atender a menores en situación de riesgo. Para entonces era Gobernador de Caracas. Desde aquellos días se distinguía por su entrega y sentido de responsabilidad. Su compromiso con las causas sociales tenía la serenidad de quien entiende el servicio público como una vocación.
Volvimos a coincidir en 2004, durante el referéndum revocatorio contra Hugo Chávez. María Corina encabezaba la organización Súmate, emblema de la defensa ciudadana del voto, mientras por mi parte coordinaba los enlaces regionales desde la Coordinadora Democrática. Aquella fue una escuela de civismo y resistencia: aprendimos que el autoritarismo no se enfrenta solo con votos, sino con convicciones y determinación.
Años después, alcanzaría la Alcaldía Metropolitana de Caracas, venciendo contra todo pronóstico al propio Chávez. María Corina, por su parte, se convertiría en la diputada más votada de Venezuela. Desde esos espacios distintos, compartimos una misma causa: rescatar la democracia y devolverle sentido a la voz ciudadana frente al poder.
En 2010, cuando inicié una huelga de hambre en la sede de la OEA para denunciar la asfixia presupuestaria impuesta a la Alcaldía, María Corina me acompañó sin vacilar. Su respaldo fue una muestra de solidaridad profunda. Luego, durante el movimiento La Salida, que buscaba reactivar la presión cívica en las calles, ella enfrentó nuevas acusaciones de traición y no titubeó en acuerparla solidariamente. Luego terminé preso en la Cárcel de Ramo Verde. María Corina fue una de las pocas voces que no se apartó. Acompañó a mi familia, me visitó en la cárcel y juntos mantuvimos el hilo de la esperanza.
Desde mi celda en Ramo Verde y seguidamente en mi casa como prisión, diseñamos estrategias comunes: denunciar los falsos diálogos, impulsar el plebiscito de 2017, promover la unidad parlamentaria que llevó a la victoria en las elecciones legislativas de 2015. Nos unía una certeza: sin unidad moral no hay cambio político posible.
En aquellos años oscuros, la presión fue constante. Recuerdo cuando mediadores internacionales, encabezados por José Luis Rodríguez Zapatero, ofrecieron mi liberación a cambio de renunciar a las marchas y retirar el juicio político contra Maduro. Me negué. Preferí seguir preso antes que traicionar la causa. María Corina lo entendió sin que hicieran falta palabras.
El 19 de febrero de 2015, de madrugada, fui secuestrado en mí oficina y trasladado a la cárcel militar de Ramo Verde. Fue ella quien me animó a no convertirme en rehén del miedo. En 2017, cuando decidí escapar hacia el exilio, dejé en sus manos la bandera de nuestra lucha. Sabía que no podía estar en mejores brazos.
Desde entonces —yo en el destierro, ella en la clandestinidad— hemos seguido trabajando juntos. Primero desde el movimiento Soy Venezuela, junto a Teresa Albanes, y luego en diferentes espacios internacionales, articulando estrategias y alianzas. Nuestra decisión de no formar parte orgánica de la Plataforma Unitaria no ha sido una ruptura, sino una manera de preservar la independencia y la coherencia que nos han guiado desde el principio.
Hoy, al recibir ella el Premio Nobel de la Paz, siento que este reconocimiento también abraza a esa historia compartida con tantos. Son dos generaciones, dos caminos, pero un mismo compromiso indivisible: liberar a Venezuela.”
📘 Descarga mis últimos folletos divulgativos
Ponemos a disposición de nuestros lectores nuestros folletos informativos:
![]() El folleto expone el plan económico de María Corina Machado y Edmundo González, “A Trillion-Dollar Opportunity: El futuro de una Venezuela democrática”, que propone la reconstrucción del país mediante privatización, apertura a la inversión extranjera y desarrollo de tres clústeres productivos —energía, talento humano y tecnología— para convertir a Venezuela en polo energético y de libre mercado del hemisferio en 15 años. | ![]() Los 20 Puntos de María Corina Machado recogen, en sus propias palabras, la visión, las prioridades y el mapa de ruta de esta lucha: desde el propósito último de reconstruir una Venezuela libre y próspera, hasta la preparación para gobernar, la organización ciudadana, el uso de la clandestinidad y los retos por venir. |