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🇻🇪 Lo que defiendo al hablar de Venezuela
Alerto en Europa sobre la amenaza transnacional de la criminalidad de Maduro mientras reflexiono sobre nuestras obras, nuestra identidad y la fuerza renovadora de la diáspora
🟦 EDITORIAL
Lo que defiendo cuando hablo de Venezuela
Esta semana me tocó, una vez más, hablar del destino de Venezuela, a pesar de su presente. En Madrid, en el Fórum por el Futuro de Europa, no llevé un tema “latinoamericano” más para una agenda diplomática; llevé la radiografía de un peligro que traspasa nuestras fronteras: un entramado criminal que se ha apoderado del poder en mi país y que hoy actúa como amenaza transnacional.

Diálogo ante la audiencia del Foro por el Futuro de Europa
Ante un auditorio europeo, dije lo que vengo sosteniendo desde hace años: lo que opera en Venezuela no es sólo una dictadura cerrada sobre sí misma, es una narcotiranía con vocación de exportarse, apoyada en el tráfico de drogas, el oro ilegal, la trata de personas, el sicariato y el lavado de capitales. Por eso me referí a la operación estadounidense “Lanza del Sur” como la estaca que millones de venezolanos llevamos clavada en el alma: un país empobrecido hasta el extremo, con salarios de miseria, con servicios colapsados, y un pueblo que ya expresó su voluntad el 28 de julio de 2024 y sigue secuestrado por quienes se niegan a reconocer ese mandato.
Desde ese mismo lugar de responsabilidad, sentí la necesidad de mirar hacia atrás y hacia adentro. En “Por sus obras los reconoceréis” me propuse hacer lo que el poder teme: medirlo por sus resultados. No me dedico a idealizar el pasado; conozco de sobra las sombras y errores de la historia venezolana. Pero cuando comparo a López Contreras, Medina, Betancourt, Leoni, Lusinchi, Luis Herrera Campins, Larrazábal, CAP o tantos otros con lo que hoy padecemos, el contraste es brutal. Aquellos dejaron instituciones, represas, universidades, teatros, programas de becas, carreteras, una democracia perfectible pero real. Maduro deja en cambio un Banco Central sometido, una Fuerza Armada desinstitucionalizada, una política petrolera al servicio de la corrupción, un país agujereado por bandas como el Tren de Aragua. A cada uno la historia lo reconoce por sus obras; las suyas son ruinas y miedo.
En “La identidad venezolana no está en subasta”, abordé otro frente de esta misma batalla: la pretensión del poder de decidir, por decreto, quién merece seguir llamándose venezolano. La solicitud al TSJ para revocar nacionalidades no es un gesto jurídico; es una amenaza directa contra la diáspora y contra cualquiera que se atreva a disentir. Yo no acepto esa lógica. La venezolanidad no se administra desde un despacho, está escrita en nuestra geografía, en nuestra cultura, en nuestra memoria colectiva. Está en el Ávila y en el Salto Ángel, en Cruz Diez y en Gallegos, en los frailejones y en los tambores de Barlovento, en la música, los acentos y los paisajes que compartimos dentro y fuera del país. La Constitución prohíbe revocar la nacionalidad de nacimiento, pero incluso si no lo dijera, hay algo que ningún decreto puede confiscar: la dignidad de sentirse venezolano.

La identidad venezolana no se subasta
Esa dignidad golpeada la veo todos los días en el rostro del exilio. En “La diáspora vuelve con todo” hablo de esos nueve millones de compatriotas que no salieron “a turistear”: huyeron del hambre, de la persecución, del colapso. He escuchado a madres en aeropuertos que no saben si volverán a abrazar a sus hijos, a abuelos que conocen a sus nietos por pantalla. Pero también he visto cómo esa misma diáspora se ha convertido en una reserva formidable de talento, disciplina y aprendizaje. Por eso no la describo sólo como tragedia, sino como fuerza de futuro. De ahí surgen proyectos concretos: una planta de ensamblaje de microchips y componentes electrónicos, una red de turismo sostenible como “Venezuela Ecotours 360”, complejos agroindustriales autosuficientes, relanzamiento energético, enclaves tecnológicos, energías renovables, reconstrucción de salud y educación. Yo creo en ese regreso: no un retorno nostálgico, sino una vuelta con ideas, tecnología, capital humano y redes internacionales.

El liderazgo que construye la nueva Venezuela
En “¡A lo que hemos llegado!” decidí poner a Venezuela frente al espejo del mundo. Comparé nuestra realidad con la de Perú, Singapur, Noruega, Chile, Brasil, no para hacer teoría, sino para mostrar con cifras y ejemplos lo que significa la buena o la mala gestión del poder. Mientras otros países han usado sus recursos para estabilidad, ahorro y desarrollo, el chavomadurismo convirtió la renta petrolera en combustible para el populismo, la corrupción y el control político. El Banco Central dejó de ser institución y pasó a ser caja chica. La inflación, la devaluación y la destrucción de salarios docentes y profesionales son la consecuencia natural de ese camino.
Y frente a eso, escucho algunas voces que desde la región proponen “nuevas elecciones” o “otro diálogo” como si el problema fuera de agenda y no de voluntad. Yo respondo con la misma claridad: las elecciones ya se hicieron el 28 de julio de 2024, el pueblo ya habló, el resultado está en las actas que nosotros mostramos y que Maduro se niega a exhibir. No es falta de procesos; es falta de respeto a un mandato que sigue vigente. Lo mismo ocurre con los diálogos: he visto demasiadas veces cómo se usan para ganar tiempo mientras continúa la represión, las detenciones arbitrarias y las ejecuciones extrajudiciales.
Por eso, cuando en Madrid presento el proyecto “Tierra de Gracia” elaborado por Edmundo González y María Corina Machado, no llevo un eslogan: llevo una propuesta de transición ordenada, pacífica y efectiva para recomponer instituciones, recuperar la industria, reconstruir servicios, relanzar la educación y devolverle horizonte a un país hoy agobiado. Lo hago invocando marcos claros del derecho internacional —la Convención de Palermo, la Responsabilidad de Proteger, la Carta Democrática Interamericana— porque Venezuela no pide favores, exige que se apliquen las reglas que el propio mundo democrático se dio para enfrentar amenazas como esta.

En el fondo, todo lo que he escrito y dicho esta semana responde a una misma convicción: Venezuela no es sólo el país que nos duele, también es el país que aún podemos reconstruir. La historia, al final, será implacable con quienes usaron el poder para degradarlo todo. A ellos se les juzgará por sus obras. A nosotros, por nuestra capacidad de defender la identidad, sostener la dignidad y organizar la esperanza.
Yo elijo seguir del lado de esa esperanza, aunque tenga que hablar de Venezuela desde el exilio y recordarla, una y otra vez, como lo que realmente es: una Tierra de Gracia que no se rinde.
📚 En profundidad
1. Por sus obras los reconoceréis
Un recorrido por la historia política venezolana para medir al liderazgo por sus resultados. Ledezma contrasta obras, instituciones y gestos democráticos del pasado con las ruinas que deja el poder actual: un Estado capturado, una industria petrolera devastada y un país perforado por estructuras criminales. Un juicio sostenido en hechos.
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2. La identidad venezolana no está en subasta
Frente al intento de usar la nacionalidad como castigo político, Ledezma reafirma que la venezolanidad no se decreta ni se arrebata. El texto reconstruye, con fuerza emocional y cultural, el mapa simbólico que define quiénes somos: geografía, arte, memoria, música y tradición. Una defensa de la identidad como territorio inviolable.
3. La diáspora vuelve con todo
Nueve millones de venezolanos expulsados por la tragedia humanitaria se convierten aquí en reserva estratégica del futuro. Ledezma describe proyectos concretos —tecnología, turismo sostenible, agroindustria— y perfila al exilio como un motor de reconstrucción. Un texto que transforma el desarraigo en posibilidad.
4. ¡A lo que hemos llegado!
Un espejo internacional para entender la magnitud del deterioro venezolano. Comparaciones con Perú, Singapur, Noruega, Chile y Brasil revelan el colapso causado por el populismo, la captura institucional y el vaciamiento económico. El artículo desmonta ficciones de “nuevas elecciones” o “más diálogo” y reafirma el mandato del 28 de julio de 2024.
5. Nota de prensa — Fórum por el Futuro de Europa
Crónica de la intervención de Ledezma en Madrid, donde alertó sobre el carácter transnacional de las redes criminales vinculadas al poder venezolano. Señaló trata, sicariato, oro ilegal y lavado de capitales, y presentó el proyecto “Tierra de Gracia” como hoja de ruta para una transición democrática.

🎬 Documental “PDVSA de la Esoeranza al Colapso” se exhibe el 20 de noviembre en Madrid — Reserva tu cupo
El documental "PDVSA: de la esperanza al colapso" recorre, a través de testimonios y archivo histórico, la transformación de la principal empresa venezolana desde su época de excelencia y expansión internacional hasta su ruina bajo el control del chavismo. Foro abierto.
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📚 Ya disponible: Operación Guacamaya y el Retorno de los Desterrados
Escribí esta novela para dar forma literaria a una historia inspirada en hechos reales: la fuga de dirigentes opositores perseguidos por Maduro, refugiados en una embajada y obligados a urdir una odisea de supervivencia y dignidad. Operación Guacamaya es ficción, sí, pero está atravesada por la memoria de un país que resiste, y por el eco de las voces de quienes han enfrentado la persecución.
Cada página recrea la tensión, el miedo y la esperanza de un pueblo que se niega a rendirse. Al mismo tiempo, es un espejo de la Venezuela que hemos vivido: la cárcel, el exilio, la clandestinidad, la resiliencia.
Esta novela es también un testimonio simbólico: pertenece a todos los venezolanos que han sufrido el destierro o la represión, y que aún así siguen creyendo que la libertad es posible.
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Ponemos a disposición de nuestros lectores nuestros folletos informativos:
![]() El fentanilo, ese opioide que mata silenciosamente en Estados Unidos y Europa, es otra cara de la misma tragedia: redes criminales sostenidas por la corrupción y amparadas por gobiernos que se dicen revolucionarios. No es casual que el régimen venezolano sea hoy un punto de tránsito para esas sustancias. | ![]() Los 20 Puntos de María Corina Machado recogen, en sus propias palabras, la visión, las prioridades y el mapa de ruta de esta lucha: desde el propósito último de reconstruir una Venezuela libre y próspera, hasta la preparación para gobernar, la organización ciudadana, el uso de la clandestinidad y los retos por venir. |

